Hace 5,3 millones de años, amplias zonas del océano Atlántico Norte eran piscinas de agua salada, áreas donde la vida no podía crecer. La falta de oxígeno y nutrientes impedía que pudiese allí desarrollarse algo que siquiera fuese cercano a un pez. Un estudio publicado recientemente en Nature Communications ha mostrado que el calentamiento global nos dirige de nuevo hacia ese panorama.
El documento muestra que en un escenario en el cual el planeta continúa su senda actual de calentamiento y sobrepasa a final de siglo los 3 °C de aumento en las temperaturas, varias zonas del mundo, pero sobre todo del Atlántico Norte, se convertirían en ‘zonas muertas’, algo que ya sucedió en la época geológica del Plioceno (que se dio hace entre 5,3 y 2,6 millones de años), cuando la naturaleza había llenado el planeta de CO2 a unos niveles similares a los que se ven actualmente por la acción humana.
“La importancia de identificar estas zonas muertas en el Plioceno radica en que eso nos da una predicción de qué va a pasar si continuamos con el calentamiento como vamos”, explica Diana Díaz, profesora e investigadora de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Para ella lo que se logra en el estudio no es solo alertar y pronosticar lo que podría suceder en la parte alta del segundo océano más grande del mundo, sino los efectos que eso podría generar en el resto del planeta.
La investigación logra definir dichas zonas muertas gracias a los foraminíferos, un tipo de organismos marinos unicelulares del tamaño de un grano de arena. Los investigadores usaron a una especie de foraminíferos en especial, los Globorotaloides hexagonus, pues estos existieron principalmente en áreas de poco oxígeno. Así lograron encontrar, a través de un modelo matemático junto con datos de fósiles de foraminíferos, cuáles eran las áreas en el Plioceno con mayor presencia de Globorotaloides hexágonos y por ende poco aptas para albergar vida dada la baja concentración de oxígeno que allí habría.
Dado que hoy nos acercamos cada vez más a un escenario similar en cuanto a concentraciones de CO2 y a temperaturas que las vistas en el Plioceno, lo que predice el documento es que en estas áreas con profundidades de 100 a 1.000 metros se tendrían a futuro concentraciones de oxígeno menores a las actuales y por tanto menos probabilidad de presencia de formas de vida.
“A aguas más cálidas, habrá menor cantidad de oxígeno disponible y a menor cantidad de oxígeno eso se traducirá en menor disponibilidad de hábitats adecuados para diferentes especies marinas, bien sea para consumo o para que haya un ecosistema saludable. ¿Y nosotros cómo nos vamos a ver afectados? Pues a menor cantidad de especies habrá menor cantidad de alimento disponible, hablando específicamente del océano”, enfatiza Díaz.
“Lo que vemos es que la Tierra ya ha pasado por esto, con la única diferencia de que en ese entonces no estábamos nosotros, y ahora nosotros nos vamos a ver afectados por estos cambios”
De acuerdo con la científica, quien es doctora en Geociencias y ha investigado temas de Oceanología Física y variabilidad climática, lo que podríamos ver a futuro con el calentamiento del océano sería un fuerte descenso en la disponibilidad de ambientes adecuados para las especies y por tanto cambios en las migraciones de las mismas. Adicionalmente cambios en la variabilidad climática a nivel global y una relocalización o desaparición de grandes poblaciones marinas que hoy están en aguas más frías pero que con el calentamiento y la falta de un ecosistema habitable empezarán a desplazarse a otros lugares, como se menciona en la investigación.
Según la experta es clave entender que, a las especies marinas, en su mayoría, les gustan más las aguas frías con mayor concentración de oxígeno y otros nutrientes por lo que el aumento de las temperaturas ya supone una presión migratoria, los peces que tengan la capacidad de migrar lo harán, pero por ejemplo algo inevitable será la muerte de zonas coralinas.
En ese sentido, una de las cosas que destaca el estudio como una señal de que esto está sucediendo o sucederá es que en algunas ocasiones los pescadores pueden ver aumentos en la cantidad de capturas de especies específicas en zonas donde normalmente no están presentes. Eso, la mayoría de las ocasiones, no significa que la especie aumentó en número de individuos, sino que más bien se está concentrando en áreas más reducidas en búsqueda de condiciones más óptimas para sobrevivir.
“¿Por qué Perú es tan rica en la cantidad de especies marinas que tiene? Porque justamente sobre la costa peruana se presentan zonas de surgencia del agua más fría que transporta la corriente de Humboldt desde el Polo Sur, y que atrae a estas especies. Ya cuando llegamos al Pacífico colombiano no pasa lo mismo porque nuestras aguas son más cálidas. Entonces si el proceso de calentamiento continua y se empieza a generalizar: los peces se desplazarán hacia donde las temperaturas sean más aptas, creerán que hay un aumento pero realmente lo que hay es una reducción del área donde los animales se sienten cómodos para vivir y subsistir”, destaca la experta.
Para ella es clave, como también se menciona en el estudio, empezar a replantear los niveles actuales de captura de peces para el consumo si se tiene en cuenta que no hacerlo podría también empeorar la disponibilidad de estas especies. “Es que esto va a afectar todo el ciclo geoquímico, y no entremos en la discusión de quién es el culpable, porque ese es otro tema. Lo que vemos es que la Tierra ya ha pasado por esto, con la única diferencia que en ese entonces no estábamos nosotros, y ahora nosotros nos vamos a ver afectados por estos cambios”, finaliza Díaz.